Aunque no suela hacer referencias personales, en ésta ocasión es conveniente, pues, así, se verán justificados algunos términos. Mi abuelo, entre otros muchos oficios, fué carpintero.
Siempre he tenido grabada, en la memoria, una de sus frases: «Busca primero buena madera, pero, por buena que sea, siempre necesitará un buen carpintero».
En la selección de personas es básico contar con una buena definición del perfil buscado, que describa, lo más fielmente posible, las aptitudes y actitudes pretendidas. También lo que se espera de él en la organización y cómo se ha de desenvolver.
En todos los casos, una vez encontrada la buena madera, habrá que considerar que, una vez incorporado el candidato, la organización tiene una tarea de carpintería. Un trabajo de transmisión de información: formal e informal, de formación: inicial y continuada y de desarrollo: profesional y personal.
Habrá dos figuras principales encargadas de tutelar y supervisar éstos procesos: su jefe inmediato y el responsable de personal. Ambos deberá reunir y emplear con maestría el escoplo, el cincel y la garlopa. Con las herramientas adecuadas (información, formación, motivación y retribución) y hábilmente empleadas lograrán que la «buena madera» de un nuevo empleado se convierta en un elemento útil y proactivo en la empresa.
Hay casos donde se sabe escoger la madera, para luego fiar al destino y la amabilidad el trabajo del carpintero. Casos en los que se encomiendan tareas y no se aplica el cincel en el momento oportuno. Se espera al resultado final con una crítica preparada de antemano y se suelta en el último momento envuelta en amabilidad. Este desconocimiento de las más básicas reglas de la gestión de personas provoca frustración y desmotivación que, para colmo, no se puede expresar pues el responsable es incuestionable en su actitud.
Es claro que debe darse la combinación de madera y carpintero, que han de combinarse y que hay corresponsabilidad en éxitos y fracasos. Lo fácil es acallar la conciencia propia echando la culpa a la ineficiencia o inutilidad de otro, pero el resultado es inevitable: la organización sufre por no disponer de gestores adecuados a los objetivos y estrategias establecidos.