20131215-103655.jpg¿Quien, en algún momento, no ha sentido una punzada en el pecho que le ha llevado a tomar una decisión?.

Intuición, sexto sentido o sospecha. Da igual como lo definamos, lo cierto es que las decisiones basadas en lo intangible ocupan su espacio. Y no necesariamente debemos pensar que deben minimizarse en aras de lo objetivo.

El sexto sentido, ese del que tanto se ha escrito y del que muchos hacen gala, toma matices diferentes según su origen.

El extremo más útil es aquel que procede de la experiencia y la formación. No vale sólo con ser mayor (o viejo), los años profesionales vividos han de estar repletos de experiencias diferentes y, fundamentalmete, aprovechadas. Vivir la vida profesional como un espectador pasivo nunca contribuye. La observación ha de ir acompañada de la acción, de la participación y de la implicación en todo aquello que ejercemos.

La formación adecuada y enfocada ayuda a encarar y afrontar la diversidad de situaciones con claridad y eficacia. Dicen que no hay mejor práctica que una buena teoría. Teoría entendida como el resultado compendiado de las experiencias, investigaciones y conclusiones de otros. Por supuesto, no vale creer a pies juntos los resultados del buscador de moda.

La combinación de ambos (experiencia y formación) contribuye al desarrollo de la intuición. Para quien desconoce la trayectoria previa del decisor puede parecer un acto sorprendente. Y, como dicen los jugadores de tute, acertar pude parecer enmarcado en la categoría de milagro.

Por supuesto que toda decisión, empresarial o profesional, cuenta con las fases de diagnóstico, análisis de la situación y evaluación de alternativas. Sin embargo no deberíamos relegar al cuarto oscuro la importancia de un sexto sentido adecuadamente desarrollado.

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